jueves, 9 de agosto de 2007

Crónica de un viaje de amor en 1ero. de enero

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San Antonio
Enero de 2007

Yo ya tengo 24 años. 24 años de lidiar con mi extrema torpeza, patológico desorden, incorregible impuntualidad, ridícula timidez, desorientación constante y las más absurdas frustraciones amorosas. Una mujer confundida más…que todas. Pero 24 años son 24 años y lo que me sucede es únicamente consecuencia de mis actos, lo malo de ser un "adulto joven" es que ya no puedo culpar a mis padres. Es así como me imagino a mi padre diciendo: "¿y usted ya se cree muy mujercita para estar haciendo el amor libremente por ahí y tener amantes ocasionales? Bueno, pues ahora asuma su dolor y arrégleselas usted solita".
Yo tenía una cita, una cita con mi amante (el único) hombre colombiano que yo codicié desde que tenía 16 años y cuyo cuerpo obtuve sólo hasta los 22(seis años después) con mucha paciencia de parte mía y bajo un contexto que no explicaré aquí. Fueron muchos encuentros…de tipo mental, pasional, amoroso, espiritual, pero, básicamente encuentros carnales. De pasión extrema. Es que yo amaba a este hombre hasta lo indecible y cuando uno ama así, también desea enérgicamente, con todos los sentidos, con todas las ganas…
en mi caso, era así. Encuentros en tierra neutral, lejos de mi casa, lejos de la suya. en tierras desconocidas para ambos…narraré sólo el preámbulo del último de ellos.
Habíamos planeado vernos toda una semana en Mérida, la ciudad más linda del país (mi país) mi preferida. Yo había idealizado, en escenario merideño, lo que quería fuese la semana más romántica y extrema del año, año capitalizado por la historia de amor entre este hombre y yo…únicamente empañado por el recuerdo de dos terribles noches, que incluyen a otros dos funestos personajes cuyos nombres quisiera hacer añicos. Quería que fuese la luna de miel que nunca tendré. La fecha escogida para el encuentro sería el 2 de enero, para estrenarnos los cuerpos con el inicio del año, nada más perfecto…
Lo de las distancias geográficas, me hacían más excitantes todas nuestras circunstancias, me sentía digna de una gran historia de amor llena de tropiezos que venían a representar en mi cerebro insignificancias técnicas en las cuales no había que reparar porque el amor lo superaba todo. La primera menudencia: Gonzalo no tenía visa para entrar al país. ¿Qué tan difícil podía ser diligenciar el documento ese? Si yo, la fantástica caótica, había podido sacar el pasaporte en el trámite más infernal de todos los tiempos…para este hombre, que ha salido tantas veces de su país natal, debía ser cosa de niños hacer la vuelta de la visa a un país tan soso como este…
Nunca hubo tal papel, razones habrá… ¿?
Pero no importa, mi amor, nos vemos en San Cristóbal, la capital de Táchira, el estado fronterizo con Colombia, no es tan linda como Mérida, pero lo importante es estar juntos, ¿verdad? Allá puedes llegar sin visa, ¿cierto? En San Cristóbal será…yo me encargo de las reservaciones, bien, ¡qué ganas tengo de verte!
Hice las reservaciones en San Cristóbal en un dudoso hotel, (por ser temporada alta me costó conseguir algún lugar) pero el sitio era lo de menos, yo tenía tantas ganas de ver a este bogotano señor que lo hubiese podido esperar justo en la línea fronteriza colombo-venezolana en una sillita con sombrilla y era la mujer más feliz…y esta imagen no estaría tan lejos de la realidad.
Tuve casi un mes de espera y preparación para el encuentro soñado. Hasta cambié mi color de cabello por una sugerencia de él (yo nunca había hecho eso en la vida, modificar radicalmente mi apariencia física para agradarle a alguien), pero es que quería gustarle tanto…hasta me pinté las uñas (otra cosa que jamás hago).Escarbando un poco en mi cerebro, yo diría que la verdadera razón de tantos arreglos a mi imagen corporal no sólo demostraban que yo quería gustarle mucho a este hombre, era más bien, inseguridad, la inseguridad de atormentarme pensando que lo que está en mi cerebro y en mi alma nunca le será suficiente a él…bien sabía que era así. Y no porque él tuviese la intención de hacérmelo sentir, lo más duro es que era obvio que esa no era su intención para nada y sin embargo, yo lo sentía.
En fin, un par de regalos por lo de la navidad (un disco de fiona apple y una antología de videos porno de los años veinte), una maleta llena de vestiditos, un libro de cartas de amor que jamás leeríamos, velitas para darle calidez a nuestras escenas y muchas ganas por fuera y dentro de la piel era todo lo que llevaba…
EL VIAJE
Definitivamente nos veríamos en San Cristóbal. Como yo soy pobre, viajaría por tierra unas diez horas, pero eso no importa, la emoción y las ansias eclipsarían el cansancio por el viaje. Para poder vernos en la fecha pautada (2 de enero) él tendría que viajar, por aire, ese mismo día en un vuelo matutino, yo, en cambio, el día anterior (1 de enero) por la noche en bus, llegaríamos, si todo salía bien, más o menos a la misma hora (aproximadamente 9am).
Quizás yo sea la mujer más distraída, despistada, desubicada, inconsciente, etc. Pero es que a mí nadie me dijo… es que, definitivamente, mujer enamorada no piensa. Luego alguien (todo el mundo) me diría: "niña, ¿es que usted no sabe que el 1 de enero NADIE trabaja? Es que nadie le tenía que decir, es vox populi". Pero que yo me iba esa noche, me iba, me importaba un coño la fatídica fecha y la consecuente pereza laboral. Llegué por la noche al terminal de Barquisimeto con toda la intención de largarme directo a los brazos del amor y, como era de esperarse, el lugar estaba prácticamente desolado. ¡Pero no era la única! Mejor, dicho, en mi cerebrito (que a duras penas funcionaba ese día), el que hubiesen tres pelagatos (igual de ingenuos que yo) esperando que algún bus saliera, me daba toda la esperanza de que ese era el día, mi día, y mi destino era que me quedara eternamente allí pasara lo que pasara porque el cosmos me tenía preparado algo genial. (eso era lo que yo pensaba, aclaro, la realidad siempre es otra cosa). Lo sensato-que pasó por mi cabecita como una estrella fugaz que deslumbra y luego se pierde a lo lejos, muy lejos- hubiese sido devolverme a mi hogardulcehogar y esperar el bus de madrugada que seguramente sí partiría como era de costumbre, ya el dos de enero, a las 5am.
Pero nada que ver, si hacía eso demoraría muchísimo mi llegada a San Cristóbal y yo no quería hacer esperar a mi hombre ni un segundo, eso ni pensarlo. Como lo dije antes, mujer enamorada no piensa.
Pregunté a un señor quien, aparentemente, trabajaba en una de las pocas líneas de buses que estaban trabajando esa noche y me dijo: -no hija, a San Cristóbal no está saliendo nada ahorita, pero espérese por ahí sentadita que como a medianoche siempre pasa algún bus fantasma o perdido que la puede llevar. Eso es seguro, yo que le digo…" así de locas fueron sus exactas palabras y así de loca estaba yo como para creerlas y aferrarme a ellas como si hubiesen sido un mandato divino. Por lo tanto, me senté en el piso con mi cara de mochilera desahuciada y me quedé esperando…a Godot.
Y él no llamaba.
Ahí estaba yo, estudiando cada detallito del horroroso terminal, en medio de la progresiva soledad y oscuridad, pensando en que yo tenía tantas ganas de reencontrarme con el Gonzalo, porque él es tan…él…cuando, de pronto, se me acerca un tipo a decirme:
- ¿Y usté está varada?
- ¡Ajá!
- ¿Y pa' onde va?
- A San Cristóbal
- Mire, es que yo tengo un carrito, y por cincuenta lucas la puedo llevar pero hasta Barinas.
- Pero es que yo llego hasta San Cristóbal
- Pero esa es la vía. Mire que yo llevo 23 años trabajando en esto y yo le juro que segurísimo, segurísimo que en el terminal de Barinas consigue más fácil un bus que la lleva pa' San Cristóbal. En serio que sí.
Por supuesto que me fui con el señor ese. Mujer enamorada no piensa, ese será el estribillo de esta ópera fatal. Abordé el carrito: cómodo y con aire acondicionado pero con una maldita música de Rudy la Scala que me tenía realmente aturdida y nerviosa (¿qué clase de gente escucha Rudy la Scala? ¿qué tal que hubiese dado a parar con un loco asesino que le guste degollar a sus víctimas mientras canta andróginamente mi vida eres tuuuuuu..?). Pero nada de eso importaba, veía a través de la ventana y venían a mi mente las imágenes del último encuentro with my lover: psicóticamente sexies, qué emoción repetirlas. A medida que avanzaba el vehículo, sentía estar sumergiéndome en la noche cual un mar profundo, nunca había viajado con todos mis sentidos tan alertas. La mixtura de sensaciones me daba vértigo, como una droga mal tomada.
Cero llamadas.
Llegamos al terminal de Barinas y el rudy`s fan se dio a la fuga, dejándome sola en la escena del crimen. Si el terminal de Barquisimeto estaba prácticamente vacío, el de Barinas era la desolación total, desértica y absoluta, digamos que deambulaban seres por ahí pero venían a constituir una especie de otredad, de universo paralelo, mejor dicho, que se les notaba a leguas que no tenían ninguna intención de viajar. Pero a mí no me da miedo porque yo soy una hembrita! Una hembrita in love, y ya sabemos que a esas nada les da susto.
La única gran diferencia, además del grado de aridez, de un terminal con otro era que éste (el barinense) tenía un televisor… ehhhhhh! Que no todo está perdido, me podía quedar tranquilita viendo películas de ceemeté: el canal que nadie ve, y tratando de pasar desapercibida ante the terminal's people hasta que amaneciera o hasta que llegara el ansiado tren fantasma de la dimensión desconocida que me sacaría de aquel extraño lugar.
Había, al fondo, un pesebre con luces intermitentes y villancicos vagamente audibles, me emocioné tanto al descubrirlo…fue como ver un oasis, un pequeño milagro navideño (ya definitivamente estaba a un paso del desquicio de amor total) que lancé una moneda al laguito artificial y pedí un deseo…no pedí por la paz del mundo, ni por la salud de los enfermos, ni por la llegada pronta a mi destino, ni porque apareciera el bus espectro, ni por seguir viva, ni por salir de ahí; pedí por El y porque mi amor siguiera vivo hasta el último minuto. Un indigente se llevó mi moneda, sus razones habrá tenido.
CONTINUARÁ...

Momentáneo de una extraña noche

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A Helios
Barquisimeto, Septiembre de 2004 (Mes de mi Cumpleaños)


Helios saca sangre de sus venas para escribir y dibujar. Mientras dormía tatuó en mi espalda: cuando mueras te enterraré desnuda. Durante horas tuve pesadillas en lo que creí un rincón de mi desordenado y cálido cuarto. Pero no. Al despertar caí en cuenta de la habitación de motel y la bizarra escena: una cama teñida de rojo, una ventana que da hacia la avenida más peligrosa de la ciudad cuyas cortinas acaban de ser incendiadas, una mujer desnuda, cenizas del último porro que quedó, dos hombres; uno de ellos duerme mientras el otro insiste en mantenerse encima de mi. Y la eterna pregunta de mi vida:¿qué hago yo aquí?.

Por más que lo intento no puedo recordar como pasó exactamente. La reconstrucción de los hechos comienza con la invitación de Ernesto a un concierto que está organizando. Fuimos Cosette, Ernesto y yo a ver tocar a Helios (Peewee) en Vulcano. Luego, en la mente tengo un collage de imágenes dispersas: la alarma de un carro ajeno que no para de sonar porque tenemos rato besándonos ahí, unos policías tan funcionales que al verme casi muerta en los brazos de Helios, se paran y preguntan ¿qué le pasa a la niña?- nada, está ebria. – ah, ok. Y se marcharon sin más, indiferentemente de que los muchachos andaban cargados, que pudieron haber sido mis secuestradores o violadores o equis...y que, en realidad, sí me estaba muriendo. Recuerdo fragmentos de una discusión estúpida y la palabra “puta” dicha mil veces. El desasosiego de no saber en donde estoy y no poder largarme. La música electrónica de Helios y sus disertaciones sobre leyes físicas que no entiendo ni me importan. También tengo la certeza de haber reído mucho y pensar que entre la intercepción y la bajada de la Ribereña aproximadamente a las 2 am. mientras el conductor se metía media pepa de no se qué, al mismo tiempo que intentaba meter la mano debajo de mi falda, pude haber muerto.

Me dio por escribir este momento escuchando Siouxsie and the Banchees y Rancid.. Raro porque no escucho mucho punk, será por la escena morrisoneana (sí, porque cada vez que alguien ve The Doors nace un intenso, y el relato ya se volvió la mata de la intensidad)........
.........................................................ANYWAY........................................................................


Cuando desperté-llorando- de mi pesadilla con La Bruja de Yaritagua (caso de la vida real, un pueblo entero y Al Rojo Vivo lo certifican), y darme cuenta de que estoy en medio del frustrado menage ce trois; alterada por el sueño y con miedo de levantarme para ir al baño, sacudí a Ernesto y le conté el horroroso susto que tengo de que me salga la fulana bruja y el que me dice: “ve tu sola, son las cuatro a esta hora no hay espanto” –anibestia, después de todo lo que hiciste en mi ser, acompañarme al baño era lo de menos.
La conversación after party o, mejor dicho, post coito era más o menos la siguiente:
- No, no quiero fumar.
- ¿Y por qué te viniste de España?
- ¿Puedo ver tu diario?
- Por estúpido
- No es un diario, es un momentáneo.
- Es una de las cosas más lindas y extrañas que he visto. ¿De donde sacaste esa tinta?
- De mí. ¿Quieres que te escriba algo? Tranquila, no duele.
- Marico, tienes que ayudarme con esos programas, quiero volver a hacer música.
- Eres muy brillante Ernest. Me gustaría mucho que lo hicieras.-dije-
- Yo voy a incendiar estas cortinas antes de irme.
- Coño, no. Después nos sale el tipo con el bate a corrernos.
- Ajá pero no me toquen, me da frío
- ¿Qué te pasa?
- Nada, me aburrí de besar.
- (...)
- Sí, me dio como fastidio.

Me vestí e inmediatamente me fui al ensayo de danza, quería ver a mi amiga. No hubo despedidas, inevitablemente nos veremos siempre.
Al llegar, la mirada de Cosette me tranquilizó como nunca antes. Hablamos de nuestros temores y de que todo sería más fácil si fuésemos del tipo de mujer que percibe la intensidad de una relación en los sencillos actos de seducir, acosar, y el jueguito ese de producir celos y a la vez deseo en los hombres. Pero no somos así, no sé por qué. Estamos solas porque acompañadas siempre seremos nosotras con compañía y nada más. El hombre que se toma la molestia de tratar de entendernos, luego se aprovecha de ese poder. Cosette se lamenta porque hace tiempo que no amanece con nadie y yo cada vez que despierto con cualquiera que haya encontrado fascinante, -cual vida de groupie-, sufro por no sentir nada; más allá de la sensación final de haber hecho algo que engorde mi colección de momentos.